Autónomos, demasiado solos...
Un día cualquiera en la vida de un autónomo es un ajetreo continuado. Ir a ver a un cliente, reclamar a un proveedor, hablar con la gestoría, recoger a los niños, pasar por el banco a ingresar para un pago, rematar ese encargo pendiente...
Nunca valorados ni apoyados suficientemente por la clase política, el trabajador autónomo es un superviviente nato. Acostumbrado a buscarse la vida a cada momento, a menudo no cuenta con compañeros, asesores o profesionales que lo apoyen en el desarrollo de su labor.
Y a veces nos extrañamos de que no acabe un trabajo a tiempo, de que llegue tarde a una cita, de que se haya equivocado en un pedido... Van casi siempre al límite.
Seamos comprensivos, estos profesionales y los pequeños empresarios son la base económica del país, la principal fuerza motora de la economía.
La próxima vez que alguno te falle... mejor tómatelo con una sonrisa.